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Desde casa… por el trabajo decente

En un primero de mayo con limitaciones de movimientos por el coronavirus se nos plantea la posibilidad de reflexionar, posicionarnos, reivindicar, celebrar y comprometernos con el trabajo decente acorde con la dignidad humana.

Hemos ido experimentando cambios importantes en nuestros trabajos en los últimos años y se nos anuncian otros que van a llegar. Unas veces tienen que ver con la robotización, otras con la globalización, las nuevas comunicaciones o las tecnologías digitales. Y de repente nos sorprendemos en esta situación de pandemia mundial. El confinamiento nos ha alterado nuestra realidad de trabajo. Estamos experimentando el teletrabajo desde nuestras casas con medios casi desconocidos hasta ahora, hemos ensalzado a algunos profesionales vinculados a lo sanitario y otros servicios esenciales y también, tristemente, constatamos la importante pérdida de puestos de trabajo. Estos últimos se disparan en aquellas personas que tienen una situación de precariedad laboral como pueden ser personas trabajadoras del hogar, de cuidados, de limpieza, de la agricultura, etc. Trabajos muchas veces realizados en situaciones precarias, sectores feminizados, sin reconocimiento social o bajos salarios.

Y a su vez vamos experimentando el valor de las relaciones, de lo comunitario, de la construcción social y de la solidaridad. Vamos dando la importancia debida a estructuras sociales que estaban en proceso de devaluación.

Así llegamos al uno de mayo… en esta situación y en casa. Momento privilegiado para profundizar en la propuesta que nos traslada la campaña “Iglesia por el trabajo decente”.

“Un trabajo que, en cualquier sociedad, sea expresión de la dignidad esencial de todo hombre o mujer: un trabajo libremente elegido, que asocie efectivamente a los trabajadores al desarrollo de su comunidad; un trabajo que, de este modo, haga que los trabajadores sean respetados, evitando toda discriminación; un trabajo que permita satisfacer las necesidades de las familias y escolarizar a los hijos sin que se vean obligados a trabajar, un trabajo que consienta a los trabajadores organizarse libremente y hacer oír su voz; un trabajo que deje espacio para reencontrarse adecuadamente con las propias raíces en el ámbito personal, familiar y espiritual; un trabajo que asegure una condición digna a los trabajadores que llegan a la jubilación” (Caritas in veritate, 63).

Para reafirmar que el trabajo es para la vida, que debe garantizarse unas condiciones laborales que protejan la integridad física y psíquica de las personas, y favorezca su protección social, esencial para una vida digna. Y en esta clave valorar el compromiso en estos días de tanta ciudadanía por lo comunitario y el bien común y constatar la necesidad de seguir apostando por estos principios superando planteamientos individualistas. Lo cual nos lleva a reclamar el derecho al trabajo en un sistema con la suficiente protección social garantizando una renta, una prestación por desempleo para todas las personas, también para las empleadas de hogar, una regulación de quien no tiene papeles, una centralidad de la persona como piedra angular del sistema y un fortalecimiento del derecho social en Europa.

Y como siempre hacemos desde Cáritas Bizkaia, construir “lugares de trabajo compartido para la integración laboral”. Posibilitar procesos a personas que menos posibilidades tienen de encontrar trabajo y son muy vulnerables frente al empleo. Apostando por el acompañamiento cercano, la formación y la intermediación que hagan posible una mayor igualdad de condiciones en la búsqueda de empleo. Y creando pequeñas experiencias de trabajo real, en forma de empresas sociales o de inserción, que hacen real hoy y aquí una alternativa al modelo actual y abren horizontes de esperanza para personas, familias y comunidades.

Finalizar con una invitación. Invitaros a participar en aquellas acciones que hagan visible la necesidad de un trabajo decente en nuestra sociedad. Seguro que tenemos propuestas creativas e imaginativas respetando responsablemente las normas de confinamiento. Y también una invitación al compromiso. Comprometernos con los procesos de las personas que peor lo tienen y acompañarlas en las posibilidades reales de acceder a un trabajo decente.

#lasolidaridadnocierra

Gonzalo Rodríguez Aguirregoitia

Coordinador Área de empleo y economía solidaria

Cáritas Bizkaia