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Comercio justo para una vida sostenible

La crisis del COVID19 ha puesto en jaque a todo el mundo, sin excepciones. Ha puesto a prueba nuestros sistemas sociales, sanitarios, económicos… La pandemia ha dejado algo más que datos; familias que se han visto afectadas por la enfermedad, personas fallecidas que no han podido ser despedidas, profesionales que han tenido que seguir trabajando, exponiéndose a diario a la enfermedad… También ha dejado al descubierto lo que es realmente importante: las personas. Parece obvio pero nuestro devenir global nos ha llevado a otras prioridades como el beneficio puramente económico. Para ello se han establecido prácticas de explotación, de expolio, de discriminación, de abuso de poder, de contaminación…

La Economía Social y Solidaria (ESS) y por ende el Movimiento de Comercio Justo lleva décadas denunciando estas prácticas y ahora, quizás, más que nunca, sus valores y postulados se alzan como una alternativa real al capitalismo. Si algo ha puesto de manifiesto esta crisis socio sanitaria es lo que realmente es esencial. Hace tan solo tres meses veíamos como las agricultoras y agricultores salían a las calles para exigir unos precios justos, un consumo de proximidad y una defensa de la importancia de su sector como proveedor de la alimentación de las sociedades. La crisis nos ha evidenciado que no podemos vivir sin el sector agrícola, por ello es fundamental apoyar y fortalecer a los pequeños y pequeñas productoras para que sean sostenibles y sigan alimentando al mundo. Esto no será posible si no hay un plan integral donde entren las cadenas de suministro, un reparto más equitativo del beneficio en las cadenas de producción, obligaciones para las multinacionales y la concienciación por un consumo responsable de las personas consumidoras, ajustando nuestros niveles de consumo a nuestras necesidades reales, apostando por el comercio de proximidad que sostiene nuestros barrios y pueblos.

La pandemia del COVID-19 también nos han enseñado que la intercooperación, valor fundamental de la ESS, ha sido esencial para la superación colectiva. Y lo hemos visto tanto en las iniciativas de las personas que desde casa cosían mascarillas o hacían pantallas protectoras con impresoras 3D como en vecindarios organizados para ayudar a las personas mayores o negocios que se han aliado para reinventarse y seguir funcionando, facilitando servicios a las personas. Estas iniciativas son pequeñas, pero son ejemplos de actividades al servicio de las personas.

Hoy 9 de mayo celebramos el Día Mundial de Comercio Justo. No saldremos a la calle como otros años, pero queremos, si cabe, alzar más la voz para reivindicar precisamente un modelo económico que ponga en el centro los derechos de las personas y el cuidado del medio ambiente frente a la acumulación de beneficios. Las demandas de este año se centran en:

Las personas frente a los beneficios económicos. Derechos laborales y vida digna para trabajadores y trabajadoras de todo el mundo. Las organizaciones de Comercio Justo manifestamos que garantizar los derechos laborales y una vida digna para todos los trabajadores y trabajadoras es un derecho fundamental que, además, consolida una sociedad global más justa y menos vulnerable frente a las crisis. En este sentido, las prácticas comerciales de las organizaciones de Comercio Justo están minimizando las consecuencias económicas y sociales para sus trabajadores y trabajadoras

Realizar un consumo responsable. Las organizaciones de Comercio Justo defendemos la necesidad de ajustar nuestros niveles de consumo a nuestras necesidades reales, a optar por productos elaborados de manera respetuosa con sus trabajadores y trabajadoras y con el medio ambiente y consumir de forma responsable en tiendas de barrio y de Comercio Justo, apostando por el comercio de proximidad que sostiene nuestros barrios y pueblos.  

Respeto al medio ambiente. Las organizaciones de Comercio Justo reclamamos una transición urgente a un modelo productivo verde y neutro en emisiones de carbono.  

“No deberíamos volver a la normalidad cuando nunca ha sido “normal”. Nuestra existencia “pre-corona” no era otra cosa más que normalizar la inequidad, la extracción de recursos, la explotación, la desconexión, la confusión y las carencias. No deberíamos volver a eso. Se nos ha dado la oportunidad para crear y ponernos un nuevo atuendo. Uno que se ajuste a la humanidad y la naturaleza.” Sonya Renee Taylor.

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Cristina Gonzalo

Kidenda