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#lasolidaridadnocierra

Ampliando el corazón desde mi casa

Rutinas de confinamiento para mantener el corazón grande, fuerte y generoso.

El día anterior a confinarnos, estuvimos parte de la familia celebrando el cumpleaños de mi madre, es verdad que ya no nos besamos, pero estuvimos sentados alrededor de una mesa.

Desde entonces todo ha cambiado: cada uno nos metimos en nuestra casa y, en mi caso, me quede sola en cuestión de pocos días. Y, desde mi casa, he encontrado diferentes modos de habitar mi soledad: videoconferencias, llamadas, WhatsApp… Formas de seguir manteniendo y cuidando lazos con gente más o menos cercana.

A esto añadimos la conexión diaria con las ventanas de enfrente, gente a la que vemos la cara diariamente, vemos si siguen ahí, si siguen teniendo buena cara, saludamos después de los aplausos… Nuestros vecinos y vecinas.

Yo echo de menos a mucha gente: echo de menos a las personas que acuden a los proyectos de Cáritas. A éstas las tengo muy presentes, pienso en ellas cuando veo a los famosos en la tele conectándose desde sus casas y a los anónimos que cantan y bailan en salones y terrazas… ¿Cómo estarán las familias que no veo, las que sé que viven en habitaciones compartidas, los chicos que no pueden vendernos paraguas, … A todas estas no las veo, pero pienso mucho en ellas.

Y tengo una gran suerte: recibo a diario el mensaje de esperanza de Cáritas, y casi diariamente recibo las noticias de todo lo que se está haciendo desde el momento en que Cáritas Bizkaia decidió poner en marcha la campaña “la solidaridad no cierra”. La velocidad con la que se organizó el acompañamiento a las personas que atendemos, la originalidad y valentía de las herramientas que se han puesto en marcha, el esfuerzo económico, personal, …  todo esto me hace sentir muy orgullosa de formar parte de Cáritas y alivia mi preocupación. Sé que estamos y estaremos ahí, renovándonos, pensándonos otra vez, pero sobre todo ahí, al lado de las personas que nos necesitan.

Yo participo en la iniciativa “Guztion Artean” con otras muchas, queriendo echar una mano estando cerca de personas que, debido al confinamiento, tienen dificultades para hacer compras, tramites… haciendo compañía a personas solas, realizando las compras, hablando con ellas… Más personas habitando mi soledad.

Para mi esta situación nos plantea el reto de tener más presente la situación de fragilidad que muchas personas están viviendo y que no se visibilizan ni se oye. Saber estar más en las calles y con la gente que vive en ellas desde nuestras casas. Que la soledad en casa no nos suponga una hipertrofia de ombligo sino de corazón y afine nuestra vista y oído para encontrar a los que ahora no vemos ni oímos.

Marta Ferrer

Voluntaria y Consejera de la Vicaría III

Cáritas Bizkaia